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Turquía: ¿aires de cambio?
Las elecciones locales del domingo pasado, que el presidente Erdogan había equiparado más o menos a la categoría de referéndum sobre su liderazgo, resultaron ser un gran revés para él. Los resultados preliminares indican que su alianza liderada por el AKP ganó en la mayoría de distritos electorales, pero obtuvo menos votos que en 2014. Fundamentalmente, el AKP perdió a Ankara y Estambul ante el CHP de la oposición, un duro golpe para el Presidente. Esto refleja el descontento de los votantes con la gestión económica de Erdogan, que se ha traducido en una dolorosa recesión, una elevada inflación y un aumento del desempleo (13,5% en diciembre).
El AKP anunció que impugnará los resultados en las dos ciudades principales, pero es probable que esto deteriore aún más la confianza de los votantes y los inversores. Estos últimos ya se vieron perjudicados a lo largo del mes de marzo, ya que las autoridades del país parecen haber utilizado fuertes intervenciones para apuntalar la lira antes de las elecciones, lo que obviamente no funcionó ni en el frente político ni en el económico (véase el WERO del 27 de marzo de 2019 sobre la volatilidad y las pérdidas en el mercado financiero). En los días posteriores a las elecciones, los mercados se han mantenido volátiles.
Se espera que continúen las turbulencias políticas y económicas en las próximas semanas. A medio plazo, Turquía dispone de una excepcional ventana de cuatro años antes de las próximas elecciones para centrarse en una agenda de reformas seria. Sin embargo, el resultado de las elecciones plantea un mayor riesgo de que el gobierno pierda esta oportunidad y, en su lugar, opte por soluciones rápidas a corto plazo.
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